20130816

El involucrado no la ve

... O se hace el sonso

Cuando él se refirió a mí en mi ausencia sin nombrarme, lo lamenté, pero no mucho. Cuando descubrí y se descubrió él solito, cedí. Cuando coincidían mis suposiciones con la realidad y no lo reconocía, seguí cediendo, cuando se desbordaba todo, continué.

Cuando ante la insistencia tuvimos que hacer algo que no quería, obvié el detalle. Cuando ante el hallazgo, preferí no profundizar, quería confiar. Cuando presentía la falta de soporte, traté de no hacerme caso. Cuando noté el intento de cinismo, no hice nada.

Cuando nos encontramos todos, su sonrojo no fue culpa para mí. Cuando vi y leí, fue normal en mi pensamiento. Cuando mis millones de premoniciones se cumplieron, no sucederá realmente me dije. Cuando la evidencia no pudo ser más impactante, todo se puede malinterpretar decía.

Mi proceder con respecto a mi intuición y a los hechos reales me desconcierta. Me enorgullezco por lo general de lo hábil que soy para detectar incoherencias o cosas raras, me creo sapaza, recontra sagaz en el tema. Pocas veces he fallado, mis corazonadas casi siempre tienen razón. Pero no me creo, o en realidad hago como que no me creo, les doy el beneficio de la duda, por si acaso.

Pues no, las situaciones que describo no merecían el beneficio de la duda; yo, tampoco. Ahora sin involucramiento es fácil mirar todo desde otra perspectiva, mirar y estar atenta, todo es facilaaaaaaaaaaaaazo, si no te late, no te late.

Ah!
Cuando en el mismo sitio, se ocultó, no le di vueltas al asunto. Cuando a diestra y siniestra, pensaba que era amable. Cuando le sonó bien, seguro es cierto pensé.

Las cosas que pasan y las que no pasan se notan, nos traen algún tipo de evidencia. Cualquier persona con lúcido pensamiento podría analizar imparcialmente. Lástima que el emocionado pierde esa capacidad, lástima que quien no quiere ver por seguir involucrado, no la ve.