20140226

Todos lloran en París*

El sabor que me recibió en París fue el cedrón, el cedrón caliente que me transportó -como hacen los olores y sabores- hacia mi cocina en Cajamarca, hacia mi cocina llena del amor de las mujeres de mi familia.

Viajar muchas horas, sola, con sentimientos inefables, llegar a mi destino, acomodarme y recibir una taza caliente de cedrón fue la mejor bienvenida.

El nudo del viaje tal vez fue el laberinto de mi mente, los escapes sublimes para conocer y aprehender.

¿El desenlace?
Después de llorar unos minutos por reconocer mi fragilidad tras verme descubierta, feliz. Feliz, me daba cuenta que la bondad y la ternura existen en todas partes y que si sigo temiendo no las encontraré, que la buena vibra se siente -o quiero creerlo-, no se entiende, se siente.
Comprendí una vez más que es mejor disfrutar, no pensar en cómo luzco o en si encajo o no. Claro que encajo, pero no con todos, menos mal.

Sí, sí, como un gatito huérfano.
¡Ah! y encontré allá una justificación real, fisiológica al nombre de este blog, vert et bleu.
*Chío me dijo esto, todos sus amigos que fueron a París lloraron, n las razones, coincidencia quizás, no sé.