Hoy conocí a una realizadora de documentales. Me llamaron la atención sus ojos, marrones, sencillos, sin visos de soberbia.
Linda.
Acababa de entrevistar a un lector, hablaban sobre el lugar que inspiró la "Guerra del fin del mundo", al finalizar ella contó que viajó a ese lugar sólo para ver qué pasaba. Se sentó en la puerta del hotel donde se hospedó una semana y se sentó a mirar qué pasaba.
Para eso hay que viajar pensé, para ver qué pasa.
Ven con nosotros - le dicen sus amigos. La noche esta espléndida, las calles tranquilas. Tenemos entradas el cine y hasta hemos reservado mesa en un restaurante.
- ¡Ah, no! - protesta Luder -. Yo solo salgo cuando hay un grado, aunque sea mínimo, de incertidumbre.
(Julio Ramón Ribeyro en "Los dichos de Luder").
Linda.
Acababa de entrevistar a un lector, hablaban sobre el lugar que inspiró la "Guerra del fin del mundo", al finalizar ella contó que viajó a ese lugar sólo para ver qué pasaba. Se sentó en la puerta del hotel donde se hospedó una semana y se sentó a mirar qué pasaba.
Para eso hay que viajar pensé, para ver qué pasa.
Ven con nosotros - le dicen sus amigos. La noche esta espléndida, las calles tranquilas. Tenemos entradas el cine y hasta hemos reservado mesa en un restaurante.
- ¡Ah, no! - protesta Luder -. Yo solo salgo cuando hay un grado, aunque sea mínimo, de incertidumbre.
(Julio Ramón Ribeyro en "Los dichos de Luder").
Algo nos conectaba, nos conecta, su nueva lucha y mi lucha casi terminada.



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