Una carta sobre las relaciones humanas

No somos un conjunto de datos, las mujeres. No somos un orificio, no somos un perfil de características que hay que memorizar. Somos un saber al que se llega con la contemplación, con la paciencia, con el deseo de saber. Los hombres también, las personas. No puede ser que se haga como que se nos conoce porque se vio un perfil virtual o porque pasaste unas horas de intimidad o porque un mes lo viste todos los días. Las personas somos seres complejos. Ayuda la convivencia sí, pero no es lo único, también estorba. Ayuda la voluntad de conocer y la escucha, la atención, la predisposición de entregarnos y recibir al otro. La belleza para mí está en la alteridad. Me puedo conocer y reconocer a través del otro, puedo ser y saber cosas de mí a través del otro. Me miro, me escucho, me siento cuando vivo con un otro, cuando comparto, cuando no resuelvo, cuando pregunto, cuando callo.
Las relaciones humanas son como las plantitas, seres vivos. las relaciones son seres vivos, sí, tienen vida, los vínculos son más aún seres vivos, más delicados, vulnerables, con fuerza pero con resistencias. Los seres humanos tenemos dos opciones: o nos conocemos por encimita, a las justas nos olemos o nos volcamos dentro de todo nuestro interior, nos embarramos, nos salvamos, nos defendemos y nos sacamos entre nosotros mismos de nuestra mierda.
Otra vez un llamado a las relaciones profundas, al estar por placer, por gusto, por acompañar, no solo porque te servirá a ti. No hagamos un mercado con las relaciones, que son seres vivos indispensables para continuar.